sábado, 9 de abril de 2011

La Decisión del Abogado

— ¡Tu… Vuelve a tu trabajo!
El robot se quedo parado frente al supervisor, y este quedo sorprendido porque los todos los robots siempre ejecutan una orden rápidamente… pero este era diferente.
— ¡Vuelve a tu trabajo!—le seguía exclamando el supervisor. Pero el robot logro entender la diferencia entre robots y humanos… era el alma. Según las sagradas escrituras, el alma era única en cada ser humano y la que se iría al cielo o al infierno dejando el cuerpo material.
— ¡No escuchas robot estúpido! — Roservind se preguntaba: ¿Cómo puedo pensar independientemente sin obedecer las complejas líneas de programación? ¿Cómo haría para obtener un alma? Y sin darse cuenta el robot ya tenía una meta… un sueño. Ahora solo faltaba darle el punto de inicio a su largo camino… una palabra:
— ¡Renuncio!
y desde ese momento Roservind acababa de nacer.





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